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“Los mártires nos recuerdan una Iglesia viva”

By Diciembre 09, 2022
Padre Jafet Peytrequín Ugalde. Padre Jafet Peytrequín Ugalde.

Entrevista al Padre Jafet Peytrequín Ugalde, Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Misiones y coordinador continental de Obras Misionales Pontificias, OMP. 

En las bienaventuranzas el Señor nos enseña que son dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos, ¿cómo debemos entender el sentido profundo y verdadero de esta frase del Evangelio?

Hay que leer esta frase al lado de aquella cuando Jesús dice que no ha venido al mundo a traer paz, y aquella otra que acerca de Jesús dice Simeón sobre que “este niño será signo de contradicción”; y más aquellas otras como la que dice “si a mí me han perseguido, a ustedes también los perseguirán”; o “si esto pasa con el leño verde ¿qué no se hará con el seco?. Y así podría continuar con otros textos, pero ante todo con la vida de tantos cristianos que verifican en su propia carne estas palabras. El punto es que el Evangelio es algo que viene de lo alto, superior a los criterios humanos, y por ende muchas veces desafiante y hasta molesto, pues nos exige más allá de nuestros meros deseos.

 

El Papa repite que hoy hay más mártires que en los primeros siglos de la Iglesia, y los datos lo respaldan, ¿son el martirio y la persecución señales inevitables de la fe cristiana también en los tiempos modernos?

Los números lo confirman. Más mártires en los últimos dos siglos que en todos los anteriores. Puede sonar a un consuelo simple, pero solo se puede matar lo que está vivo. Los mártires nos recuerdan una Iglesia viva, que está en el mundo pero no es del mundo. La persecución es casi un componente intrínseco de una Iglesia que busca ser fiel al Señor, por encima de las coyunturas históricas y políticas.

 

¿Cómo entender -y cómo explicar- qué anima, a un misionero a servir en lugares en los que en cualquier momento puede perder su vida, como ha sucedido tantas veces?

No se, la única explicación posible es que han sido llenos de la fuerza del Espíritu Santo. La evangelización no se establece bajo criterios ni estrategias meramente humanas. Es un envío que hace el Señor, no es algo que determinanos nosotros. A nosotros solo nos queda la posibilidad de responder o no al llamado y acoger el envío con alegría. Por eso San Juan Pablo II decía que la misión es ante todo un asunto de fe.

 

¿Sucede realmente como esa frase que se le atribuye a Tertuliano que la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos?

La agencia Fides reporta el incremento de cristianos en el mundo, y curiosamente muchos de ellos en territorios de alta persecución. Los mártires son “semilla”, porque su muerte es ante todo la verificación de que Cristo sigue vivo, no se mata meramente a un “enemigo político”, se mata a un bautizado, un Cristiano, uno, que ante el verdugo, representa a Cristo. La sangre derramada es la de Cristo.

 

Hay muchos mártires y perseguidos por su fe cuyos nombres nunca serán anotados en las actas oficiales, no hay para ellos causas de beatificación o de canonización y sus rostros nunca se conocerán ni podrán ser venerados, ¿cuál es la certeza de fe de la Iglesia para todos esos Testigos anónimos?

En la Iglesia la santidad no es asunto de publicidad, es la forma natural de vida. Los santos canonizados son verificación de la presencia de otros muchos hombres y mujeres que buscan ser santos. Sus nombres tal vez no se lleguen a conocer, pero su existencia ya ha tocado vidas. Por eso la Iglesia celebra la festividad de todos los santos y nos invita continuamente a unirnos en plegaria, servicio y ofrendas a todos esos hermanos nuestros que continúan exponiendo su vida para que el amor de Dios, manifestado en Cristo, llegue “hasta los confines de la tierra”.

 

Las noticias sobre cristianos perseguidos e incluso asesinados por su fe en el mundo son permanentes, ¿corremos el riesgo de terminar trivializando su drama?, ¿cómo evitar que la indiferencia nos gane?

Siempre existe el riesgo que cuando algo no me interpela, lo trivialice. En nuestro país, la relativa paz religiosa, nos puede hacer indiferentes ante las dificultades que tantos hermanos tienen en el mundo para ser testigos de Cristo. Y en situaciones no muy lejanas, como el caso de Nicaragua. Mientras acá celebramos con calma una eucaristía, en muchos lugares nuestros hermanos la celebran poniendo en peligro su propia vida.

 

Desde nuestra realidad, muchas veces instalada, ¿cómo podemos contribuir a la causa de los hermanos que son perseguidos y martirizados?, ¿es suficiente la oración?

La oración sincera y ferviente es siempre el primer bien que podemos hacer por ellos. Pero además está nuestro propio testimonio, hacer ver a los demás que ser cristianos es algo que vale la pena; y por supuesto todo el apoyo material que podamos canalizar para ayudarles a sostenerse en su servicio. También existe la posibilidad de influir en las políticas internacionales con el fin de que la libertad religiosa sea una realidad en todas las naciones de la tierra.

 

Ámbitos como las redes sociales se han convertido en espacios hostiles contra quienes manifestamos nuestra fe, ¿es Internet un nuevo campo donde también se necesita ser auténticos Testigos del Señor?

Todo espacio es lugar para ser testigos. El Papa ha llamado al Ciberespacio, el sexto continente, con el fin de que lo veamos, no como un enemigo, sino como un “territorio de misión”. No se trata de entrar en dialéctica o diatribas, sino de hacer lo que nos corresponde: anunciar el amor de Dios manifestado en Jesucristo para que todos tengan vida. Hoy como siempre los cristianos somos el contrapeso para una sociedad que pierde el norte y deja al ser humano abandonado y sin sentido. A tiempo y destiempo estamos llamados a anunciar a Jesucristo, y con la fuerza y la luz de este anuncio transformar la realidad en algo mejor. En palabras del Apóstol Pablo: “Ay de mi si no predico el Evangelio”.

Last modified on Viernes, 09 Diciembre 2022 11:20
Martín Rodríguez González

Periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación Colectiva y egresado de la maestría en Doctrina Social de la Iglesia. Trabaja en el Eco Católico desde el año 2002 y desde el 2009 es su director.

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