Sebastián de Jesús Abarca, Maykol López, Rafael Alberto Solano fueron ordenados diáconos este sábado 11 de febrero, en la Basílica Inmaculada Concepción de María, en El Tejar de El Guarco.
Mons. Mario Quirós, obispo de la Diócesis de Cartago, rezó la oración consecratoria e impuso sus manos sobre estos tres muchachos provenientes del centro de la Vieja Metrópoli, El Guarco y Turrialba.
Así, estos jóvenes continúan un camino en el que, eventualmente, podrían ser ordenados presbíteros y servir como tales a la Iglesia.
Sebastián de Jesús Abarca Valverde
Edad: 26 años
Parroquia de origen: Basílica de la Inmaculada Concepción de María, El Tejar de El Guarco
Lema: "El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté estará también mi servidor" (Jn 12,26).
“La voz del Señor la he escuchado en múltiples partes, pero especialmente en la celebración de la Santísima Eucaristía, cuando iba incluso entre semana, ahí escuchando la Palabra y deseando comulgar descubrí que algo más había por profundizar. También en una sana curiosidad por entender mejor la fe, sus fundamentos, razones y tratar de comprender cómo se vive en comunidad, ahí Dios se hizo el encontradizo, mientras estaba estudiando en la universidad”.
Maykol José Leiva López
Edad: 28 años
Parroquia de origen: Nuestra Señora de los Ángeles, Pavones de Turrialba.
Lema: “Tu misericordia, Señor, es eterna, no abandones la obra de tus manos” Salmo 137, 8.
“En medio de los últimos años del colegio comencé a sentir una fuerte inquietud de responderle al Señor de una forma más comprometida, sin saber exactamente qué era lo que el Señor quería de mí. Un día un seminarista me habló de los procesos vocacionales, poco tiempo después emprendí el camino del discernimiento vocacional, en el 2014 en el Seminario Nacional”.
Rafael Alberto Solano Solano
Edad: 39 años
Parroquia: Nuestra Señora de Guadalupe, en Cartago.
Lema: “Aquí está el servidor del Señor que se haga en mí según tu palabra” (Lucas 1,38).
“Jesús me llamó a través de la adoración Eucarística. Cuando de forma más consciente me empecé a acercar a la Eucaristía y a vivir más intensamente la oración ante su presencia en el Santísimo Sacramento, pude descubrir la vocación que Él tenía destinada para mí desde la eternidad. Sabemos que Jesucristo es la Verdad y cuando estamos de frente a Él, el sentido de nuestra vida se esclarece”.
“Además, la amistad y relación con María Santísima, Nuestra Madre, ha sido clave para afianzar mi vocación también. Ella ha sido mi maestra para aprender a escuchar con más profundidad y gradualmente al Señor”.