Su entrega total al servicio en la Iglesia y su incansable discipulado misionero. Estas fueron dos de las principales características de Mons. Hugo Barrantes que recordaron las personas presentes en su funeral, celebrado esta mañana, en la Catedral Metropolitana Santuario Nacional San José.
Obispos activos y eméritos, clero, familiares y fieles de distintas partes del país se congregaron para dar gracias al Señor y despedir a aquel hombre sencillo, nacido en una familia campesina en San Isidro de El General, que se desgastó para llevar el mensaje de Cristo, allí donde estuviera.
En años recientes, Monseñor Hugo vivió su enfermedad con paciencia, humildad, aceptación y esperanza, según mencionó en su homilía Mons. José Rafael Quirós, Arzobispo de San José.
Mons. Hugo partió a la Casa del Padre el pasado sábado 28 de setiembre. "Con una sonrisa en los labios manifestaba estar en las manos de Dios", expresó Mons. Quirós.
El actual arzobispo recordó una frase que solía pronunciar su antecesor: "No podemos conformarnos entreteniendo a los que nos entretienen", con la cual invitaba a salir a "envangelizar en todos los ambientes". "Él era el primero en ir a tocar puertas", agregó Mons. Quirós.
El pastor arquidicoesano también destacó su capacidad de escucha y su habilidad para comunicarse con un lenguaje sencillo.
El arzobispo actual describió a Mons. Hugo como un hombre de fe que hizo de su vida un servicio y una entrega fiel al Señor. "Fue alguien que amó profundamente a la Iglesia", apuntó.
Monseñor Quirós indicó también que su compañero nunca buscó elogios, siempre tuvo tiempo para escuchar a otros y se mantuvo firme en sus posiciones coherentes con la fe, aunque eso le costara duras críticas.
Resaltó que cuando Mons. Hugo se proponía algo siempre miraba adelante con esperanza. "Para atrás ni para agarrar impulso", decía con humor. "Deja un gran legado", reflexionó el arzobispo metropolitano.
El Nuncio Apostólico, Mons. Mark Gerard Milles, compartió un mensaje a nombre del Papa Francisco, en el que se expresa su solidaridad y comunión por la noticia del fallecimiento del VI arzobispo de San José.
Después de la Santa Eucaristía, los restos mortales del arzobispo emérito se trasladaron a la cripta de la Catedral Metropolitana.
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