Tiene como título “Lo vio, se acercó y lo cuidó -Caminando con personas migrantes, refugiadas, desplazadas internas y sobrevivientes de trata-”, en referencia a la acción misericordiosa del Buen Samaritano “que nos invita permanentemente a ver, acercarnos y cuidar a las personas más vulnerables y excluidas”.
En su presentación, se explica que este nuevo texto del magisterio social de la región se inspira “en el ambiente sinodal de diálogo y escucha que ha suscitado el Espíritu Santo en nuestra Iglesia”, en referencia a la propuesta eclesiológica y pastoral del Papa de ser una Iglesia en salida y atendiendo el llamado y la opción preferencial por los pobres.
“Alzamos la voz para sumarnos a los esfuerzos pastorales que históricamente desde nuestros diferentes países se han venido realizando a favor de las personas migrantes, refugiadas, desplazadas internas y sobrevivientes de trata. La elaboración de este documento ha sido fruto de la reflexión que por más de 20 años se realiza en nuestra región, desde los diferentes espacios geográficos y territorios que han sido fundamentales para coordinar la atención a las personas en movilidad humana”, se detalla.
El objetivo de la carta es “ser un instrumento que oriente las acciones pastorales para el trabajo en nuestras iglesias locales, pero también se constituye en un llamado a tomar conciencia de que, por el comportamiento del fenómeno migratorio, su abordaje pastoral exige considerar su carácter regional y definir, por lo tanto, estrategias cada vez más vinculadas a la coordinación entre las Conferencias Episcopales de los países que conforman nuestra región”.
Fruto de un trabajo colegiado
En sintonía con la Iglesia Universal, la construcción de este documento siguió un ejercicio sinodal, ya que además del trabajo colegiado de los pastores de las diferentes Conferencias episcopales firmantes, se contó con la escucha y voces de otros sujetos eclesiales especialmente agentes de pastoral, religiosas y religiosos que están en territorio trabajando en la pastoral de la movilidad humana, “así como la permanente voz de las personas migrantes”.
La Carta pastoral consta de tres capítulos que siguen la metodología de la Doctrina Social de la Iglesia (ver-juzgar-actuar). Parte de un análisis del contexto migratorio en la región (ver), la iluminación de carácter teológico-pastoral (juzgar), y, la propuesta de acciones pastorales que se deben implementar para un acompañamiento eficaz de las personas en movilidad en nuestra región (actuar).
El primer capítulo, tiene como título “Los signos de los tiempos nos interpelan” y a través del mismo se realiza una lectura de la dinámica del contexto migratorio, para identificar las rutas y corredores migratorios, determinar las causas que provocan este incesante flujo y las consecuencias que se derivan del mismo; además en este capítulo se expone las decisiones tomadas por los gobiernos que han tenido como objetivo la disuasión y la desprotección de la población migrante y refugiada, trayendo consigo graves violaciones a los derechos humanos y la muerte.
El segundo capítulo, “Dios camina con su pueblo”, propone, desde la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia Universal, en especial el magisterio del Papa Francisco, iluminar la compleja realidad del contexto migratorio y suscitar la reflexión en torno a una eclesiología de la comunión y el compromiso pastoral con las personas vulnerables en movilidad forzada.
El tercer capítulo, “Caminemos con migrantes, refugiados, desplazados y sobrevivientes de trata”, parte del reconocimiento de quienes han asumido un compromiso activo e implementado acciones pastorales para compartir el caminar de nuestros hermanos migrantes y proyecta el desafío de una Iglesia sin fronteras que asume el compromiso pastoral desde la unidad y la comunión regional.
La Carta -concluyen los obispos- tiene como horizonte, “acompañar y orientar los trabajos pastorales en las Iglesias locales y motivar a tener un visión regional y acciones que acompañen a los migrantes, refugiados, desplazados internos y sobrevivientes de trata durante todo su camino, desde la salida hasta la integración en comunidades de acogida”. Esta tarea es, afirman, sin duda, parte de la “dulce y confortadora alegría de evangelizar” (EG 9).
Representando a la Iglesia en nuestro país, firma esta nueva Carta Pastoral Monseñor Daniel Francisco Blanco Méndez, obispo auxiliar de San José, responsable de la Comisión Nacional de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal y Presidente del Observatorio Socio Pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y el Caribe (OSMECA).
Lea íntegramente la nueva Carta Pastoral en este enlace.