Albán tiene un mensaje para los jóvenes que sienten el llamado a la vida sacerdotal: "No tengan miedo de arriesgar su vida por Cristo, de entregarla completamente por la causa del Reino de los Cielos, no se dejen "achicopalar" por tantas voces del mundo que les dirán que no pueden o que quiera apagar su vocación, extinguiendo la llama que arde dentro de ustedes. A esas voces no hay que hacerles caso, su vocación es la vocación de Dios y de nadie más. Dios es el que llama y el que da la gracia para responderle, a pesar de las dificultades y contrariedades que puedan encontrar. Deben responder sin ningún miedo, Él va delante, cuesta dar el paso pero Él sabe por qué hace las cosas".
"La vocación al sacerdocio es preciosa, el sacerdocio es lo más grande que existe en el universo, en el mundo, porque ¿qué haríamos sin sacerdotes?, la vocación al sacerdocio es preciosa, pero es una gran responsabilidad para la vida del cristiano que es llamado a prestar este servicio en el Cuerpo Místico de Cristo, porque en sus manos suceden y por sus manos sucederán cosas extraordinarias y maravillosas para el bien de la iglesia, y esto es una responsabilidad grandísima", asegura el futuro diácono.
"Es una entrega maravillosa a Cristo y a la Iglesia, pero que conlleva un compromiso radical por la causa del Reino de los Cielos", afirma Albán, a pesar de las renuncias que es necesario hacer, pero frente a las que el Evangelio se cumple a cabalidad: "aquel que deje padre, madre, casa, terrenos por mí recibirá el ciento por uno y más".