La actividad tuvo como objetivo conocer el avance, los retos y desafíos de las iglesias particulares en materia sinodal, así como ofrecer el apoyo de parte de la Comisión Nacional para retomar los trabajos en las comisiones locales e impulsar en la base de las comunidades lo que el Papa León XIV denominó como “un estilo y una actitud que nos ayuda a ser Iglesia, promoviendo experiencias auténticas de participación y comunión”.
La reunión fue presidida por el obispo de Puntarenas y responsable de la Comisión Nacional de Sinodalidad, Monseñor Óscar Fernández Guillén, quien explicó a los presentes el deseo de que “el espíritu de la sinodalidad nos impregne todo lo que somos, para impregnar de él la pastoral en las diócesis”.
Ello, aclaró Monseñor, sin ignorar las dificultades que pueden surgir, tales como el estar habituados a hacer las cosas siempre de la misma manera, frente a lo cual, “debemos trabajar para transformar esa mentalidad”.
Entre los asistentes estuvieron representantes de las diócesis de Limón, Puntarenas, Alajuela, San Isidro y la Arquidiócesis de San José.
Una de las necesidades expresadas fue que aún hay que divulgar, leer y estudiar más el Documento Final fruto del Sínodo de la Sinodalidad, especialmente entre las comunidades y los grupos de Iglesia, para lo cual se ve pertinente un esfuerzo pedagógico que ayude a asimilar su sentido, no como un tema más, sino como parte de la naturaleza de la Iglesia que abraza la misión que cumple en todos los ámbitos de servicio.
Precisamente, de parte de la Comisión Nacional, se anunció la próxima publicación de un subsidio, elaborado por la Comisión Nacional de Catequesis en este sentido, que incluirá, entre otras mediaciones, guías para la lectura, reflexiones y preguntas para una mejor comprensión. Dicho esfuerzo se espera esté listo a finales de agosto y su distribución será a nivel nacional.
Como parte de la dinámica, se propició un diagnóstico participativo entre los representantes de las diócesis, a través del cual se obtuvo un panorama claro sobre los pasos a seguir, evitando, como fue el sentir generalizado, las prisas innecesarias, pero sí tomando las medidas y decisiones que permitan avanzar concretamente en la vivencia de la sinodalidad.
Seguidamente se hizo un repaso de las fases del camino sinodal, desde la consulta al Pueblo de Dios, hasta la celebración de la asamblea general del Sínodo de los Obispos en los años 2023 y 2024, siendo que nos encontramos en la fase de implementación del Documento Final, cuyas pistas para su puesta en práctica ya han sido debidamente publicadas y pueden ser consultadas en la página web www.synod.va/es
Entre las conclusiones es que existen brechas que se necesitan identificar y minimizar para que lo planificado coincida con lo ejecutado. Además, que ya hay buenas prácticas sinodales que deben tener seguimiento con sus recursos y estructuras que se deben aprovechar.
Algunos de los desafíos planteados son un trabajo más allá de las comisiones locales, el peligro de ir con prisa en algo tan importante y el compromiso a todo nivel con las conclusiones del Sínodo y su implementación.
Toda esta reflexión será llevada a la próxima asamblea ordinaria de la Conferencia Episcopal, que se realizará del 4 al 8 de agosto, a fin de que sea analizada y asumida por los señores obispos.