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Viernes, 12 Septiembre 2025
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Cinco razones para decir sí al Sacramento del Matrimonio

By Septiembre 12, 2025

No es cumplir una obligación o simplemente formalizar una relación, para un cristiano se trata de recibir la gracia santíficamente y manifestar el deseo de que Su Gracia fortalezca y esté siempre presente en la vida matrimonial.

El Sacramento del Matrimonio es dar espacio al Señor para que acompañe el camino del hombre y la mujer que han decidido unirse, fundar una familia y apoyarse mutuamente hasta que la muerte los separe.

A continuación presentamos cinco razones para optar con entusiasmo y decisión por Sacramento del Matrimonio:

1. Es un Sacramento: Más que un compromiso humano o un contrato legal, se trata de un sacramento. El numeral 1661 del Catecismo de la Iglesia Católica señala que el sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia.

Asimismo, da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo ama a su Iglesia. La gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna.

2. La presencia y la bendición de Dios: Un cristiano tiene presente a Dios en todos los ámbitos de su vida ¿Cómo entonces podría dejar al Señor de lado en algo tan importante como la unión matrimonial?

Justamente, para alguien que desea tener presente al Señor en su relación de pareja este sería el motivo principal para recibir el Sacramento del Matrimonio. Es, además, contar con Él para enfrentar los momentos difíciles. Es básicamente una manera de invitar a Nuestro Señor a ser parte de la alianza. 3.

3. Es un acto de entrega y compromiso: Vivimos una época donde a veces parece que se valora más lo superficial, lo inmediato y lo efímero, pero todo eso resulta poco comparado con la entrega al otro y el compromiso ante Dios.

Los esposos precisamente se prometen amor, fidelidad y apoyo mutuo. Pero no es una promesa cualquiera, es un pacto con Dios. Está sellado por Dios, por lo tanto, es indisoluble.

4. Conformar una familia según el plan de Dios: De acuerdo con el Catecismo, el hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la familia es llamada justamente “Iglesia doméstica”, comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana.

El plan de Dios es perfecto y ordenado. Por eso, si se quiere hacer las cosas bien, hay que hacerlas conforme Dios desea. En la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, el Papa Francisco también manifiestó que “la familia es imagen de Dios” y que “es comunión de personas”.

Entre otras cosas afirma que Jesús volvió a llevar el matrimonio y la familia a la forma original establecida por Dios, pero además elevó el matrimonio a signo sacramental de su amor por la Iglesia (Mt 19,1-12; Mc 10,1-12; Ef 5,21-32).

“En la familia humana, reunida en Cristo, está restaurada la “imagen y semejanza” de la Santísima Trinidad (cf. Gn 1,26), misterio del que brota todo amor verdadero. De Cristo, mediante la Iglesia, el matrimonio y la familia reciben la gracia necesaria para testimoniar el Evangelio del amor de Dios”, se lee en el documento papal.

5. Vivir la vocación al amor: Sí, el matrimonio es una vocación. Hay diferentes llamados para seguir a Cristo, ya sea a través del sacerdocio, la vida religiosa, la misión, el matrimonio… Efectivamente, Dios llama a algunos a seguir a Cristo en el amor conyugal: ser esposos y padres.

El Catecismo, en su numeral 1604, indica que Dios que ha creado al ser humano por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. “Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (cf 1 Jn 4,8.16).

Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre”. “Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (cf Gn 1,31). Y este amor que Dios bendice está destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. «Y los bendijo Dios y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos”» (Gn 1,28).

 

Ellos dijeron sí al sacramento

Preguntamos a varios esposos sobre qué los motivó a decir sí al sacramento del matrimonio. Estas fueron sus respuestas:

 

“Por vocación, era importante hacer las cosas bien. Juntarnos u otra opción no era lo que nos hacía sentir cómodos y en paz. Para nosotros la bendición de Dios era indispensable para afrontar todo lo que se pudiera venir después de decirle sí a una vocación. Se vienen pruebas y no es fácil, pero tenemos la bendición de estar agarrados de la mano de Él, cosa que en otra circunstancia no hubiera sido posible seguramente”.

Jorge y Daniela
(4 años de matrimonio)

 

 

“Ese sí es un acto de fe en la entrega mutua y la perseverancia, confiando en que Dios da la gracia necesaria para sostener nuestra unión. Decimos “sí” porque creemos en el amor. En un amor que no es solo emoción o deseo pasajero, sino una decisión firme de entregarnos el uno al otro todos los días, en lo fácil y en lo difícil en la alegría y en la prueba. Creemos que este amor puede ser duradero no por nuestras propias fuerzas, sino porque confiamos en la gracia que fortalece nuestra unión.

Decimos “sí” porque queremos que Dios sea el centro de nuestro camino. El Sacramento del Matrimonio no es solo una bendición, es una fuente de gracia constante que nos ayudará a construir nuestro hogar sobre la roca firme de la fe.

Omar y Dayana
(recién casados)

 

“Al crecer siempre tuvimos el deseo de casarnos y formar una familia. Cuando nos conocimos decidimos reforzar nuestra fe, asistimos juntos a la Catequesis de Confirmación para adultos porque queríamos casarnos por la Iglesia y tener un matrimonio con la bendición de Dios”.

Jeremy y Natalia
(1 año de casados)

 

 

“Para construir una familia conforme al corazón de Dios, prometiendo respeto y fidelidad mutua como signo de amor ante Dios”

Eimer y Andrea
(14 años de matrimonio)

 

“Hace 12 años y medio dijimos “sí” al sacramento del matrimonio porque estábamos profundamente enamorados. En ese momento sentimos con certeza que éramos el uno para el otro, que queríamos compartir la vida, construir un hogar y formar una familia. Nuestro “sí” nació del amor, pero también de la confianza y de la fe en que juntos, con la bendición de Dios, podríamos caminar en las alegrías y en las pruebas. Ese compromiso no fue solo un acto humano, sino también un acto de fe, de entrega y de vida compartida.”

Manuel y Jeimy
(12 años de casados)

Last modified on Viernes, 12 Septiembre 2025 10:54
Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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