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“Donar un órgano es darle vida a otra persona”

By Junio 28, 2021

“Lo que recibimos gratis, debemos darlo gratis, si puedo compartir algo con los demás y para bien de los demás, es valioso. Un órgano que se pueda compartir es darle la vida a otra persona, eso es importante que todos lo sepamos”.

Pbro. Gustavo Rojas Álvarez

Sacerdote arquidiocesano

 

Llegó el día de la operación de trasplante de hígado. El Padre Gustavo Rojas Álvarez esperaba en una habitación especial y se encomendaba al Señor, era consciente de los riesgos que había y lo dejaba todo en Sus manos.

Sus familiares pedían oraciones y las emisoras católicas replicaban la solicitud. Amigos, familiares y hasta voluntarios que no lo conocían, pero que escucharon la noticia, se acercaron al Hospital México para atender el llamado a donar sangre.

El Padre Gustavo dice que en esos momentos cruciales sintió el calor de la Iglesia. En este momento se recupera de ese procedimiento que duró 12 horas. Vía telefónica relató a Eco Católico su testimonio como receptor de un órgano donado.

Cuenta que desde pequeño sentía molestias en el estómago, por lo que desde joven comenzó a recibir tratamiento con una gastroenteróloga. Se descubrió que presentaba el hígado graso; con el tiempo, una biopsia halló un deterioro importante.

A esto se sumaba su diabetes y ocurría que los medicamentos para tratarla en cierta manera alteraban la condición. Hace tres años comenzó a acumular líquido, lo cual requirió de una intervención, sin embargo, a raíz de ello hubo alteraciones en sus riñones, el cerebro y otros.

A pesar de los cuidados y las dietas, aparecieron nuevas complicaciones. La diabetes se complicó. Se desarrollaron várices en el esófago y debió someterse a una ligadura.

El Padre sentía dolores punzantes, como le dieran puñetazos en el estómago. Cada seis meses le hacían ultrasonidos, hasta que hace un año apareció una formación que tenía características cancerígenas, por lo que le hicieron una ablación. Sin embargo, más adelante sería inminente la urgencia de un trasplante de hígado.

¿Cómo hacía frente a todas estas situaciones? “Yo trataba de verlo desde la fe, yo ofrezco los dolores, comparto mis sufrimientos, los uno a la Cruz de Cristo”, afirma.

Constantemente tenía que ir a citas, hacerse exámenes y llenar cinco o seis tubos de sangre, tanto que sus brazos estaban llenos de moretes. “Algunas personas me decían: “Pídale a Dios que lo cure”, pero no, yo pedía a Dios la fuerza para soportar y le decía a Él: “Si quieres sanarme, pues bien, pero que sea Tu voluntad”.

En agosto entró a una lista de espera para recibir un hígado. Comenzó un proceso de preparación en aislamiento, con ejercicio, dietas y muchos cuidados.

¿Tenía miedo? “Humanamente pensaba: “¿qué irá a pasar?, ¿qué va a suceder?”, pero todo lo ponía en manos de Dios. Yo trataba de asumirlo. Cumplí 25 años de ordenado (sacerdote) en diciembre, era difícil, era un momento importante en mi vida espiritual y sacerdotal, pero por la situación tenía que estar aislado, para evitar cualquier riesgo… Se lo ofrecí al Señor, le dije: “Me dejaste servir esos 25 años ¿qué me tienes preparado? Solo tú sabes”.

 

“Pedía por el donante y su familia”

 

En esos días, ofrecía la Santa Eucaristía por el posible trasplante, por el donante y su familia, y porque todo estuviera en las manos del Señor y la Virgen.

En su caso, se requirió de un donador que estaba a punto de fallecer por muerte neurológica. Como esto ocurre de improviso, a mediados de abril, cuando el sacerdote se preparaba para cenar recibió una llamada de urgencia: debía alistarse inmediatamente e irse en ayunas para el hospital, porque cabía la posibilidad de realizar la operación.

Aun cuando exista un donante hay que esperar, pues puede que el organismo rechace el órgano donado o que haya problemas de compatibilidad, entre otros. El Padre llegó al hospital, inició el proceso de preparación y fue llevado a sala de operación a eso de las 6:00 a.m. del día siguiente, conversó un poco con los médicos y los bendijo.

El procedimiento fue exitoso. Horas después abrió los ojos y le informaron que todo salió bien. “Lo primero que dije fue: “Señor, gracias a Dios, esto es el primer milagro”. Pasó un tiempo en un salón aislado, mientras le hacían exámenes. “Tenía ratitos de oración en los que agradecía al Señor. Pedí por la persona y por la familia del donador”, relató.

Actualmente el sacerdote se encuentra en aislamiento en una habitación acondicionada para él en la casa de sus padres. Deberá pasar seis meses así con muchos cuidados. Dice sentirse bien, poco a poco le dan permiso para hacer actividades, espera con ansias el momento para oficiar la Santa Eucaristía.

El Padre motivó a los creyentes que tienen dudas acerca de la donación de órganos informarse sobre el apoyo de la Iglesia a estos procedimientos. Por último, agradeció al personal del Hospital México: capellanía, médicos, enfermería, asistentes de pacientes, limpieza y especialmente a los del Centro de Trasplante y Cirugía Hepática.

 

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Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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