“Todos estamos en la misma barca y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, que no haya más otros, sino sólo un nosotros, grande como toda la humanidad. Por eso, aprovecho la ocasión de esta Jornada para hacer un doble llamamiento a caminar juntos hacia un nosotros cada vez más grande, dirigiéndome ante todo a los fieles católicos y luego a todos los hombres y mujeres del mundo”, señala el Papa Francisco en su mensaje con motivo de este día.
El Santo Padre hace un especial llamado al católico, al bautizado, ante una realidad de la cual no escapa ningún país. “En el encuentro con la diversidad de los extranjeros, de los migrantes, de los refugiados y en el diálogo intercultural que puede surgir, se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de enriquecernos mutuamente. Por eso, todo bautizado, dondequiera que se encuentre, es miembro de pleno derecho de la comunidad eclesial local, miembro de la única Iglesia, residente en la única casa, componente de la única familia”, manifestó en su mensaje.
Ni las autoridades ni los habitantes de ningún país podemos voltear el rostro a otro lado y hacer como si nada de esto ocurriera. No podemos tener sentimientos que rechacen a ningún ser humano, pues todos somos iguales, todos somos hermanos.
Como bien lo señalaron el CELAM y CLAMOR, se requieren soluciones integrales que garanticen la vida y la dignidad de las personas, sobre todo de las más vulnerables. Es urgente el diálogo entre naciones para alcanzar acuerdos que garanticen un flujo migratorio que no ponga en peligro la vida de nadie.
Hay tantos riesgos que afrontan estas personas, que se ilusionan por un mejor mañana, como lo son la trata, la delincuencia, los mismos embates de la naturaleza que se topan en el camino.
Hagamos de nuestros países sociedades más humanas y más fraternas; actuemos en consecuencia con aquella obra de misericordia que nos pide acoger al peregrino. Imploremos al Señor que nos ayude en medio de esta dramática realidad.