Thiel no se limitó solo a este argumento y acción en torno a la devoción jesusiana. En 1892 y, en medio de la celebración de los 400 años de la llegada de los europeos a América, consagraría la diócesis, y con ello al país. El 25 de setiembre de 1892, Mons. Thiel publicó su 22ª carta pastoral y en ella indicó que el 12 de octubre de ese año, y por ser una fecha tan importante en la historia de la humanidad, llevaría a cabo la consagración de la diócesis-país de San José de Costa Rica al Corazón de Jesús, rito que debía renovarse anualmente.
El accionar de Thiel debe ser entendido de diferentes maneras. En primer lugar, como solo existía una sola sede episcopal en el país que cubría todo el territorio nacional no solo se consagraba la diócesis, sino al todo el territorio nacional. En segundo lugar, dejó constancia que su accionar correspondía a imitar la costumbre iniciada por el obispo de Marsella en 1720 (Mons. Belsunce), cuando consagró aquella diócesis, y, por ende, el territorio civil implorando por la desaparición de la epidemia de cólera que tanto afectaba a dicha ciudad-puerto de Francia.
Este comportamiento de Thiel no era nuevo en el mundo católico y tampoco en América Latina. En Ecuador Mons. Checa, en unión con el presidente García Moreno, había consagrado aquella república al Corazón de Jesús, en 1874. En 1889, el obispo de Nicaragua, Mons. Ulloa y Larios, también lo hizo.
Para explicar los motivos de consagración de la diócesis-país, Thiel citó a León XIII, el cual indicaba que no había mejor garantía que confiarse “á [sic] Jesucristo y ver en Él el mayor y más seguro medio de salvación”. El Ordinario afirmaba que la consagración tenía un sentido espiritual, porque la diócesis era la casa espiritual de todos los habitantes del país, donde el obispo y los sacerdotes había decidido declarar al “Corazón de Jesús único dueño de esta casa”. Thiel indicaba que luego de la consagración era una obligación “dedicarnos á [sic] los ejercicios propios del culto Divino al Corazón de Jesús… queremos recomendar nuevamente á [sic] todos los fieles el Apostolado de la Oración, tan fecundo en buenos resultados”.
La consagración tuvo lugar el día indicado mediante una misa pontifical que inició a las 9 de la mañana. En el acto se instituyó la jura de realizarlo anualmente. Esto se indicó en la misma carta pastoral citada, cuando estableció que siguiendo las instrucciones de la Santa Sede y:
“para perpetuar la memoria de la consagración de La Diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, mandamos que se repita este acto cada año, el día de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, tanto en la Santa Iglesia Catedral como en cada una de las Iglesias parroquiales”.
En el acto participaron tanto las autoridades eclesiásticas como civiles del país. En 1899 el mismo Thiel y bajo la misma lógica, consagró al Corazón de Jesús los puertos de Limón y Puntarenas.
La idea de consagrar hogares, recitos públicos y demás fue imitado por los fieles del momento. Por ejemplo, los miembros de las municipalidades de Heredia, Santo Domingo de Heredia, Escazú, Esparza, Atenas, entre otros consagraron sus municipios al Corazón de Jesús. Lo anterior manifiesta la influencia que tenía el actuar de Mons. Thiel en la sociedad costarricense de finales del siglo XIX, así como la fe que los católicos tenía a dicha devoción. En la segunda entrega presentaremos la propagación de dicho culto en las primeras décadas del siglo XX.