Recordemos que “Amoris laetitia” es la Encíclica que el Papa Francisco escribió en 2016, y es dedicada a resaltar la belleza y la alegría del amor familiar. No perdamos de vista, como el mismo texto lo señala, que a pesar de las dificultades que se viven en una familia, o en el entorno de un matrimonio, vale la pena trabajar y mantenerse unidos, teniendo siempre en cuenta la ayuda de Dios.
Precisamente, el pasado 26 de diciembre, con motivo de la Fiesta de la Sagrada Familia, el Papa ha vuelto a recordar a los matrimonios que “Dios los acompaña” y “los ama incondicionalmente”; lo ha hecho por medio de una carta en la cual resalta las virtudes del matrimonio, la compañía del Señor y en general el matrimonio como camino en la sociedad para las nuevas generaciones, como camino también de fe.
En esta carta dirigida a los matrimonios, el Papa ha vuelto a resaltar la importancia del matrimonio, tanto para los esposos como para los hijos. Pero, además, ha resaltado la importancia de los matrimonios para la vida de la Iglesia.
“Los matrimonios deben ‘primerear’ dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial; en particular, los cónyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para ayudar a los más débiles, para anunciar que, también en las dificultades, Cristo se hace presente”, destacó el Santo Padre.
No hay duda que la familia, como célula fundamental de la sociedad, es también la Iglesia doméstica, es el espacio donde se recibe, experimenta y testimonia la fe, como lo señalé en mi homilía de esta Fiesta de la Sagrada Familia.
El señalamiento y énfasis que ha hecho el Papa nos debe motivar a todos para trabajar por las familias y por los matrimonios, a darles espacio y promoción en nuestras parroquias, en nuestra Diócesis, en particular y, en toda la Iglesia, en general.
La sociedad también debe voltear la mirada al matrimonio como una expresión de amor al cual los jóvenes pueden aspirar. Esto se ha perdido, se da por sentado que el matrimonio es algo pasado de moda. A veces, en la Iglesia, también dejamos de lado la opción preferente del matrimonio para las nuevas parejas.
“Sólo abandonándose en las manos del Señor podrán vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad (cf. 2 Co 12,9)”, recuerda el Papa.
Trabajemos por esos valores que, especialmente en Costa Rica, han sido parte de una sociedad amante de la familia; permitamos que los matrimonios puedan desarrollarse, que haya políticas públicas para su promoción; dejemos también que los jóvenes, iluminados por Dios, puedan encontrar en el matrimonio un modo de realizarse de manera plena, más allá de lo que a veces la sociedad propone, en el sentido de que los logros solamente son los que se alcanzan a nivel material, por estudios o algún trabajo de renombre… ¡el matrimonio también es un camino y en él también se pueden alcanzar metas en conjunto!
