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¿Y los ricos?

By Pbro. Juan Luis Mendoza Octubre 14, 2022

Jesús anuncia que también el Reino que llega a los ricos (Mc 10,17-22). Pero condena los males que arrastra consigo la riqueza: considera al rico prisionero de sus bienes, inclinado a excluir cualquier otro valor y a tener a sus semejantes como instrumentos de su codicia. ¿Ha oído usted hablar del rico Epulón? El rico de la parábola que come espléndidamente y no se compadece de Lázaro, un pobre mendigo hambriento y lleno de llagas… A él hay que añadir a sus cinco hermanos más que viven de igual modo despreocupados de los demás entre comilonas y juergas, tan insensibles al mal ajeno, que ni un muerto resucitado que se les aparezca sería capaz de hacerlos reaccionar.

Y así tenemos, por otra parte, la historia del joven rico, bien dispuesto al principio en su encuentro con Jesús. Es bueno y lo quiere ser aún más para ser parte del Reino. Para ello, y según el mismo Jesús, ha de dejar sus bienes materiales y, así, libre, seguirle en su servicio. Pero la riqueza, igual que un muro, se lo impide. Y se aleja, esclavo de ella, triste, ciego y mudo.

No es que las riquezas, en sí, sean malas, ni tampoco los ricos. Ha habido, los hay, y los seguirá habiendo, ricos santos. Lo malo está en el mal uso, en el egoísmo y la insolidaridad, la avaricia y el acumulamiento insaciable del dinero. De ahí la condena de Jesús y sus duras recriminaciones: “Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el Reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los cielos” (Mateo 19, 23-24).

En todo caso, no se deben atenuar las enseñanzas de Jesús ni recortarlas a su antojo: “Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo” (Mateo 19,21). La invitación es para todos, aunque el Evangelio no impone la obligación a nadie; cada quien responde según su capacidad de dar y darse en que consiste el auténtico amor, “señal” de que es cristiano. El Evangelio, pues, como fuente de inspiración en la consecución del Reino.

Por lo mismo, a lo largo de la historia de la Iglesia ha habido quienes, en un momento dado, han vendido todo, han repartido su dinero entre los pobres y han seguido a Jesús. Y todo ello, insisto, bajo la inspiración del Evangelio que les movió a integrar su Reino y extenderlo por el mundo de su tiempo. El santoral está lleno de admirables ejemplos. Pues, bueno, a seguirlos en lo posible de acuerdo a los planes de Dios sobre nuestras vidas.

Prosigo otro día, Dios mediante.

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