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Antropología cristiana y comunicación

By Glenm Gómez Álvarez Junio 04, 2023

En primera instancia, la comunicación tiene una dimensión antropológica que la define como “el quehacer que pone al individuo en relación consigo mismo, con los otros y con su contexto, cultural y social, inmediato y mediato”. [1] El binomio antropología-comunicación nos permite pensar en otras perspectivas teóricas y metodológicas de la comunicación “en y desde” la Iglesia, abarcando aspectos que van, desde el uso de los diversos lenguajes y el rico simbolismo en la interacción, hasta sus contenidos espirituales, éticos y sociales.

Urge, entonces, determinar las bases de una antropología “cristiana”, para entender aquello que la Iglesia asume y enseña con relación al hombre. El Concilio Vaticano II se hace eco de cuestiones fundamentales para elaborar dicha antropología: “¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?”. [2]

Posteriormente, aparece una afirmación contundente, que, en adelante, es eje de toda reflexión magisterial: “En realidad, el misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”.[3] A manera de ejemplo: “El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo -no solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes- debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo”.[4]

Para la Iglesia, de frente a esta verdad objetiva, no hay doctrina, ideología, praxis religiosa, ni ningún replanteamiento de valor ético que no pase por la persona de Cristo y su enseñanza. “La respuesta a la cuestión de la imagen auténtica del hombre cristiano puede concretarse en una frase; más aún, en una palabra: Cristo”. [5]

La antropología cristiana es, pues, fundamento que impregna todos los elementos, factores y circunstancias que constituyen el acto comunicativo en la Iglesia e incide, por entero, en sus manifestaciones ante temas ideológicos, morales y políticos.

La iglesia, y su mensaje sobre el hombre, han estado enraizados en la vida institucional de la sociedad y desempeñan un rol importante en lo cultural, educativo y hasta político, no obstante, los valores cristianos pierden vigencia e incluso los creyentes, sin dejar de serlo, se adhieren a otras visiones antropológicas que rechazan o relativizan lo propuesto por la Iglesia. Mientras la Iglesia afianza la comunicación de las ideas, los conceptos fundamentales (dignidad humana, respeto a la vida, etc.) entrañan sentidos distintos según los ambientes y personas que los reciban.

Comunicar a un Cristo como Verdad que da sentido y valor a la existencia humana: “¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo”[6], e incluso aludir a la condición trascendente de la persona humana en contextos que van, desde la precariedad, las rupturas sociales, la ambigüedad de la extensión y protección de los derechos humanos, la inestabilidad y diversidad de las familias -mono parentalidad, relaciones de hecho, parejas homosexuales, la reivindicación de la mujer en todos los ámbitos, los conflictos generacionales hasta la globalización y las agendas mundiales y su discreto actuar uniformador en orden a lo cultural, lo político, lo económico y lo moral, presentan un escenario más amplio y confuso en que el mensaje cristiano, sin perder nada de su plenitud personal y su dignidad, debe insertarse.  

En arte de la comunicación no se trata, solamente, de emitir una reflexión y descargar nuestras ideas en los otros. Hay pautas y, entre ellas, saber escuchar, y al estilo de Cristo, sintonizar con el otro, atender con empatía, dejar de lado los juicios de valor, pues “solo prestando atención a quién escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de comunicar, cuyo centro no es una teoría o una técnica, sino la "capacidad del corazón que hace posible la proximidad”.[7]

  

[1] Miriam Herrera-Aguilar, La construcción de la antropología de la comunicación: hacia una propuesta teórico metodológica, Revista CIENCIA ergo -sum, Vol. 22-2, julio-octubre 2 0 15. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México. Pp. 125-135.

[2] Gaudium et spes, n. 10

[3] Idem, n. 22

[4] Redemptor Hominis, n.10

[5] Josef Pieper, Las virtudes fundamentales, Ediciones Rialp, 3ª edición; Madrid, 1988, n.12

[6] Benedicto XVI, 24 de abril del 2005

[7] Evangelii Gaudium, n. 171

 

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