Tres jóvenes de Ipís de Goicoechea aprendieron a preparar cajetas. A la salida de la Santa Misa o en la Feria del Agricultor, ofrecían su producto con un objetivo claro: conseguir el dinero para ir al Jubileo de la Juventud, que se realizará del 28 de julio al 3 de agosto en Roma, Italia.
Ellos son: Carlos Jiménez, Dereck Brenes y Róger Segura, quienes hicieron el esfuerzo para estar presentes en este evento que congregará a muchachos y muchachas de todas partes del mundo.
Duraron casi un año para conseguir los fondos. Carlos, de 20 años de edad, comenta que hicieron un poco de todo para conseguir el dinero: Ventas de comida y de tamales, rifas… pero lo que más les dejaba fueron las cajetas.
Su mamá aprendió a hacerlas, con una sencilla receta que vio en un video por Internet. Luego, ella les enseñó a prepararlas. Vendían cada una a 300 colones y resultaron todo un éxito.
A veces, enviaban mensajes a grupos de WhatsApp y les hacían pedidos. Se instalaban afuera del templo a la salida de la Santa Misa o en la entrada de la Feria del Agricultor. Carlos admite que al principio les daba un poco de vergüenza salir a vender, pero ya luego se acostumbraron y perdieron el miedo.
Así juntaron los casi dos millones de colones necesarios para pagar el paquete de viaje de los tres. El próximo 25 de julio partirán como parte de la Delegación Nacional que estará presente en el Jubileo de la Juventud.
Confiar en la Divina Providencia
Según cuenta Carlos, la idea de asistir surgió a raíz de una motivación del Padre Janne Rishor, director de Vía Arqui, tras asistir a la Escuela de Líderes.
Al inicio, los tres no sabían de qué se trataba el Jubileo de la Juventud, el sacerdote les explicó y luego les preguntó si estarían interesados en asistir. Respondieron afirmativamente, sin embargo, más tarde, cuando vieron el precio de los paquetes se desanimaron.
Entonces, el Padre Janne logró convencerlos. “Nos hizo creer en la Divina Providencia, eso nos dio mucha fuerza, creímos que lo podíamos lograr”, comentó Carlos.
Dereck asegura que toda esta experiencia le ha servido para madurar en la fe y confiar más en Dios. Agrega que también sus padres y madres trabajaron duro, y agradece de manera particular al Padre Janne por su motivación.
En algunos momentos, era cansado para nosotros hacer tantas rifas y actividades, pero aun así sacábamos motivación para decirnos: “¡Vamos!, ¡No podemos rendirnos!”, recordó Dereck.
Y añadió: “Más que un viaje, es una peregrinación, el final de una aventura para fortalecer y madurar en la fe, pero también es el inicio de una misión, volver a nuestras comunidades a evangelizar esa Buena Nueva que se nos ha dado allá en Roma”.
Por su parte, Róger confiesa que fue una aventura llena sorpresas, obstáculos, alegrías, enojos, risas y lágrimas, algo que para él fue una prueba de fe y perseverancia. Este joven resume todo en una frase: Dios no defrauda.
"Estoy muy consciente de que Roma, no es el culmen de mi peregrinaje, si no tan solo un paso más. Un paso que me acerca al verdadero destino, a nuestra patria, a nuestro hogar, pues el Cielo es y será siempre nuestra meta. Seamos valientes, seamos fuertes, seamos sinceros, seamos Santos juntos. Porque el Amor no defrauda", concluyó.