Cuaresma, camino de reconciliación y de esperanza
Cuando iniciamos el tiempo de Cuaresma, particularmente en este año Jubilar, invitamos a todos los fieles a dejarse alcanzar por la misericordia de Dios que quiere reconciliarnos para sanar nuestra vida, nuestras relaciones, para que podamos caminar juntos en esperanza.
En la Sagrada Escritura, caminar en la esperanza es propio de aquellos a quienes Dios llama. Le dijo a Abraham: “Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Gn 12,1). Posteriormente, cuando el pueblo estaba cautivo en Egipto, Dios lo llamó por medio de Moisés a salir de aquella tierra hacia la libertad prometida, les mandó decir: “He decidido sacarlos de la opresión egipcia y hacerlos subir… a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,17).
Después de que Juan (el bautista) fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Conviértanse y crean en el Evangelio» (Mc 1, 14-15; Mt 4, 17) Signos de la misericordia acompañaron su predicación, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal (Pref. Común VIII). De esta manera, inaugura Jesús su predicación, en la que anuncia la iniciativa divina de acercarse a la humanidad de una forma nueva, su mensaje manifiesta la grandeza de Dios como Padre compasivo y salvador, destellando así un rayo de esperanza. Convertirse significa tomar otra dirección, cambiar de rumbo, es romper la cerrazón del corazón, abandonar la autosuficiencia. Es posible por la fe, la confianza de abandonarse al poder salvador de Dios.
A nosotros nos impulsa también el Espíritu al desierto cuaresmal para caminar, como lo hizo Abraham e Israel, hacia el monte santo de la Pascua, la verdadera patria del Cielo que Jesucristo mismo nos muestra. Y este camino lo hacemos juntos, como Iglesia.
Al emprender el camino, sabemos muy bien que encontraremos obstáculos, dificultades, dudas e incluso el deseo de regresar. El mayor de los obstáculos es el mismo pecado. Los israelitas cruzando el desierto, empezaron a dudar de si Dios estaba realmente con ellos (Cf. Ex 17,7) y perdieron de vista el horizonte y la esperanza de la tierra prometida. Por ello, solo llegaron a la tierra de Canaán aquellos que se volvieron a Dios e imploraron su misericordia. También nosotros, estamos llamados a poner nuestra mirada en Dios y decir, como el salmista, “nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia” (Sal 123).
El informe Percepción de la Población Costarricense sobre Valores y Prácticas Religiosas 2024, publicado por la Universidad Nacional, no es una sorpresa. Más bien, es un espejo en el que la Iglesia Católica en Costa Rica se niega a mirarse.
Hoy, apenas el 49,8% de los costarricenses se identifican como católicos, mientras que el 30,8% pertenecen a iglesias evangélicas. Más preocupante aún: solo el 35% de los jóvenes entre 18 y 24 años siguen en la Iglesia. Los demás se han ido, y la pregunta es inevitable: ¿qué hicimos para espantarlos?
Y no, no es culpa del “sesgo” del informe. Ese es el refugio cómodo de quienes prefieren negar la realidad en lugar de afrontarla. Mientras nos entretenemos en disputas institucionales, la Iglesia sigue perdiendo fieles.
La Iglesia Católica en Costa Rica parece estar desconectada. Como si estuviera en “modo avión”: con la apariencia de estar activa, pero sin recibir ni enviar señales. Lo que por definición es un cuerpo vivo, vibrante y misionero, hoy parece un sistema burocrático agotado, más preocupado por su propia estructura que por el anuncio del Evangelio.
Los programas pastorales son más de lo mismo: reciclaje de esquemas que dejaron de funcionar hace décadas. No hay creatividad, no hay audacia, no hay ganas de incomodar. Y lo peor: no hay escucha.
El viernes 2 de agosto del año 1946 celebró la provincia de Cartago la clausura de su Congreso Eucarístico Provincial por el Centenario de la fundación de la Diócesis de Costa Rica.
“No vamos a hacer una crónica de la espléndida manifestación de fe en Cartago. La prensa lo ha hecho magníficamente, quien calcula la concurrencia en cien mil personas y califica esta jornada como la más brillante ceremonia litúrgica de la historia religiosa del país”.
La Comisión Nacional de Protección a Menores y Adultos en Vulnerabilidad (CONAPROME) de la Conferencia Episcopal de Costa Rica comunica que el día de hoy se realiza en el país la III Jornada Nacional de Oración por las víctimas de abuso espiritual, de poder y sexual.
La Jornada Nacional de Oración es una actividad espiritual en la cual todas las diócesis del país se unen en oración por este flagelo que afecta la sociedad en general pero que también está en la Iglesia Católica. Hoy, en todas las diócesis del país se ofrecen Eucaristías, Horas Santas, vigilias y otras oraciones por las víctimas de abuso y por todas las víctimas secundarias que se han visto afectadas.
Estas actividades particulares de sensibilización y oración por el tema son organizadas por la Red Nacional de Prevención del Abuso que está compuesta por las diferentes comisiones diocesanas de protección al menor y adultos en vulnerabilidad. El lema de este año está inspirado en el mensaje del video del Papa Francisco correspondiente a marzo 2023 “No basta pedir perdón, es necesaria la reparación y la prevención”. En este mensaje el Papa además dijo que pedir perdón es importante pero las víctimas tienen que estar al centro de todo, su dolor y sus daños psicológicos pueden sanar si encuentran respuestas, acciones concretas para reparar los horrores que han sufrido y prevenir que no se repitan. La Iglesia no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos sean del tipo que sean, ni en la familia, club u otra institución. La Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos en todo ámbito. La Iglesia tiene que ofrecer espacio seguro para escuchar a las víctimas, acompañarlas psicológicamente y protegerlas”.
El próximo sábado al atardecer, la Iglesia Católica iniciará el tiempo del Adviento, una época de preparación espiritual para la Navidad. A propósito de ello, los obispos del país han dado a conocer hoy un mensaje en el que exhortan a todos los creyentes y a las personas de buena voluntad a ser portadores de esperanza, a estar realmente cerca de los más necesitados, y manifestar así la solidaridad.
A continuación su comunicado íntegro:
MENSAJE PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COSTA RICA
LA ESPERANZA NOS ANIMA Y FORTALECE
«¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación» Isaías 52, 7
Nos alegramos por el inicio de un nuevo Año Litúrgico, el cual comenzamos gozosamente con el Adviento, tiempo de esperanza y de gracia para preparar la venida del Señor a nuestras vidas.