Tras la publicación de la Nota Doctrinal “Madre del Pueblo Fiel”, por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Santa Sede, conversamos con el Pbro. Mario Eduardo Zúñiga Solano, licenciado en teología con especialización en mariología por la Pontificia Facoltà Teologica “Marianum” de Roma. El siguiente es un extracto del diálogo.
Padre, ha sido publicada la Nota Doctrinal Mater Populi fidelis, sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación. ¿Cómo recibe esta nota y cuál cree que es su motivación de fondo?
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con la aprobación del Santo Padre León XIV, ha publicado esta nota doctrinal que ha parecido muy oportuna para aclarar consultas y propuestas que en las últimas décadas ha sido referidas a la Santa Sede sobre cuestiones relacionadas con la devoción mariana y algunos títulos marianos. Es importante señalar, tal como el cardenal prefecto lo informa en la presentación de la Nota, tanto los Pontífices y el mismo Dicasterio, por medio de congresos y asambleas ordinarias han tratado acerca de este tema y por eso la riqueza de la reflexión al respecto se ha podido exponer en este documento.
Me parece que la publicación es una oportunidad muy valiosa para profundizar en lo que ya el Vaticano II, por medio del capítulo VIII de la Lumen gentium nos refiere sobre la Santísima Virgen María. Estamos hablando que desde hace 61 años tenemos el valioso tesoro de este capítulo y que esta Nota, enriquecida con la Sagrada Escritura, los Padres de la Iglesia y el Magisterio, profundizan y aclaran sobre el lugar y la misión de la Madre de Dios en la Historia de Salvación, en el misterio de Cristo y de la Iglesia.
El cardenal Fernández explica que la motivación de esta nota es clarificar en qué sentido son aceptables o no, algunos títulos y expresiones que se refieren a María, y se propone profundizar en los adecuados fundamentos de la devoción mariana para precisar el lugar de María en relación con los creyentes, a la luz del Misterio de Cristo como único Mediador y Redentor. Y vemos como el cardenal da las pistas por donde se desarrolla este documento, será sobre todo en el tema de la única mediación de Cristo como el único Redentor. Me parece muy importante la presentación que el Prefecto hace antes de la lectura de los 80 numerales del documento, que a mi modo de ver hay que leer completo para no dejarnos llevar por opiniones parcializadas de algunos sectores, de ahí la importancia de leer completa la nota y fijarse muy bien en las 197 referencias que tiene el documento, que me parece está muy bien argumentado.
La Nota es clara en que es inapropiado llamar a la Virgen María con el término “corredentora”, ¿por qué no debemos usar ese término?
Da la impresión que las primeras reacciones frente al documento es considerarlo como prohibitivo sobre el uso de algunos títulos marianos, y la realidad es totalmente diferente, porque contiene una riqueza doctrinal recordando lo que la Iglesia a lo largo de su historia ha reflexionado sobre la figura determinante de la Madre de Dios. Además, hay que aclarar que la Nota no solo se refiere al título “corredentora”, sino que profundiza en otros para su correcta interpretación y recuerda los que el Vaticano II quiso subrayar en el capítulo mariano en el documento sobre la Iglesia Lumen gentium.
Ahora bien, el término “corredentora” ha estado en desuso en el magisterio de la Iglesia por mucho tiempo. Los numerales 17 al 22 son los que se refieren a este título. El Vaticano II nunca lo utilizó, y san Juan Pablo II en siete ocasiones lo retomó en el sentido de la unión de María al dolor ofrecido por su Hijo en la cruz. Sin embargo, el recordado cardenal Ratzinger en 1996 y en el año 2002, siendo prefecto de la Congregación para Doctrina de la Fe, expresó que esta fórmula se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y la patrística y provoca malentendidos. Más recientemente, el Papa Francisco había afirmado con vehemencia que Cristo es el único redentor y no hay corredentores, y que María es verdadera discípula de su Hijo.
El documento dice algo muy cierto al respecto, en el numeral 22: “Cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios, y se vuelve inconveniente”. María colabora de una forma íntima con su Hijo en la obra de la salvación, siendo Él el único salvador y redentor. Además, debemos recordar que María fue redimida de una forma anticipada en su Inmaculada Concepción, cae por su propio peso entonces comprender que María no redime con su Hijo, solo Cristo es el redentor.
¿Sobre cuáles otros títulos marianos previene la Nota y qué dice sobre ellos?
Pensaría que no tanto es para prevenir sino para aclarar algunos términos. A partir del numeral 23 trata acerca de María como “Mediadora”, muy utilizado desde el siglo VI. Se recuerda lo que san Pablo en la primera carta a Timoteo 2,5-6 dice: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús”. Esto es muy claro, sin embargo, en la reflexión teológica no se puede ignorar que en el uso común de la palabra “mediación” se entiende también como cooperación, ayuda o intercesión. Ya la Lumen gentium en el numeral 62 se había referido a este término cuando afirmó que es una participación subordinada en esa única mediación, y que también nosotros participamos de ella como miembros de la Iglesia. Entonces la mediación única de Jesucristo es “inclusiva”, donde Cristo posibilita las diversas formas de participación en el cumplimiento de su proyecto salvífico, como dice el numeral 28 de la Nota “porque en la comunión con Él, todos, de alguna manera podemos ser cooperadores de Dios, ‘mediadores’ unos para los otros”.
Más adelante en el numeral 34 habla de María como “Madre de los creyentes”, pero sobre todo para recalcar que la mediación de María se realiza de una forma maternal. El Papa Francisco decía que María es Madre y que fue el título que recibió de Jesús en el momento de la cruz. Y es a partir de allí que se desarrolla su maternidad espiritual. Una maternidad que ni disminuye o hace sombra a la única mediación de su Hijo. Y además afirma que la función materna de María es con la Iglesia, en la Iglesia y para la Iglesia, es decir, su ejercicio maternal se encuentra en la comunión eclesial y no fuera de ella.
En esa misma línea profundiza en el tema de la “intercesión”, donde María está unida a Cristo de un modo único por su maternidad y por ser la llena de gracia.
Y además el tema de María como “Madre de la gracia”. Pero es sobre todo la dificultad que presenta la expresión “María mediadora de todas las gracias”. El Vaticano II prefirió utilizar el término “Madre en el orden de la gracia” ( cf. Lumen gentium 61). El documento recuerda que la salvación es obra sólo de la gracia salvadora de Cristo, y que la función maternal de María es disponernos para la acción de Dios, como en Caná: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5) y esa es la pedagogía materna de María. Porque de Dios procede esta fuente de gracia.
Y no se puede ver a María como una dispensadora de las gracias, porque solo Dios puede otorgarla y lo hace por medio de la Cristo. María cumple con una misión maternal de intercesión.
La devoción mariana, se afirma con razón, es un tesoro de la Iglesia, ¿por qué es importante que dicha devoción no se desvíe de la enseñanza de la Iglesia?
En el numeral 79 se aclara que la cercanía de la Madre produce una piedad mariana popular que tiene diferentes expresiones, pero que reflejan siempre la ternura paterna de Dios, como lo recordaba el Papa Francisco en 2024. La Iglesia como Madre y Maestra, asistida por el Espíritu Santo va guiando a sus hijos al encuentro del Señor, y María como el miembro “supereminente” y singular de la Iglesia (cf Lumen gentium 53) nos conduce siempre a Él. Aquí es importante leer la referencia 17 del documento para poder comprender este punto.
Siempre en obediencia debemos dejarnos guiar por el Magisterio de la Iglesia. De ahí, como decíamos que es muy oportuna la publicación de esta Nota y la lectura y análisis de la misma.
Vistos los fundamentos tan amplios de la nota, bíblicos y del magisterio, ¿podríamos concluir que, posiblemente, en algunos círculos dentro de la Iglesia se ha caído en algún exceso a la hora de calificar a la Santísima Virgen María?
Exactamente, de hecho el mismo documento en la presentación lo afirma, sobre las consultas y propuestas presentadas a la Santa Sede sobre la devoción y algunos títulos marianos. Considero que sí es necesario estar en una constante actualización y estudio sobre el tema, y reitero la importancia de releer el capítulo VIII de la Lumen gentium porque el documento lo que hace es aclarar y recordar lo que ya el Magisterio de la Iglesia nos ha enseñado desde hace mucho tiempo.
¿Cómo hacer para que la enseñanza que nos transmite la Nota no vaya en detrimento del amor que le tenemos los católicos a la Virgen sino, por el contrario, en su engrandecimiento?
Es que la Nota, cuando se lee de forma completa, incluyendo las 197 referencias, nos refuerza el amor, la veneración, la cercanía, la devoción filial a la Madre de Dios y Madre nuestra. Para nada este documento va a propiciar un distanciamiento en las manifestaciones sinceras y correctas de amor a Ella. Por eso es que invito a todos a leer este documento, y no dejarse llevar por comentarios o publicaciones en redes sociales que lamentablemente solo han señalado un elemento como el de la “corredención”, que dicho sea de paso solo ocupa 6 numerales de 80 en total. Mi mensaje sería, amemos a María como su Hijo la ama. Y así nuestro amor a Ella será siempre genuino y sincero.
“Invito a todos a leer este documento, y no dejarse llevar por comentarios o publicaciones en redes sociales que lamentablemente solo han señalado un elemento como el de la “corredención”, que dicho sea de paso solo ocupa 6 numerales de 80 en total”.
Pbro. Mario Eduardo Zúñiga
Mariólogo
Lo invitamos a compartir nuestro contenido