El Correo Nacional presenta fotografías de Mariano Figueres, del Cardenal Eugenio Pacelli, secretario de Estado del Vaticano, papa Pío XII de 1939 a 1958, y de Rafael Caderón, en ese orden.
Asistieron el director del Seminario y el padre Gebrande, director de la Congregación Mariana de Caballeros, otras autoridades eclesiásticas y también laicas y laicos. El discurso oficial se le encomendó a don Guillermo Angulo, amigo y colaborador del Correo Nacional. En su opinión, a dichos médicos se les condecoró en virtud “de su ciencia y de su caridad; por su celo; por la moral católica dentro de una profesión, que es la que más tiene de real y verdadero sacerdocio”. Como se ve, a los curas no nos dejó muy bien parados.
El Nuncio Apostólico Dr. Carlo Chiarlo avaló con su presencia la condecoración, que quizás nació de su iniciativa, pues en Costa Rica muy pocos tendrían noticia de la existencia de ese premio y solo él tenía los canales para comunicarse con el cardenal Pacelli.
Después de la imposición de la Gran Cruz habló el Nuncio. Dice la crónica: “Hay en su discurso doctrina honda, elegancia en el decir”. Y consignó el cronista: “Desde el sagrario de vuestras almas debe salir como una fuerza secreta y robusta que informe vuestras actividades”.
La gala finalizó con una fina conversación “entrecortada por los más ricos helados y confitería que se haya servido”.
Menos de quince años después, los vástagos de tan ilustres médicos se enfrentarán en una guerra civil, de resultados conocidos. Ambos habían estudiado en el Seminario, no para seguir la vocación sacerdotal sino para completar estudios secundarios. Como presidentes de la República realizaron profundas reformas estatales para beneficio la ciudadanía, impulsados en parte por la sensibilidad social adquirida en el Seminario. Si bien protagonizaron una guerra civil, desde la perspectiva histórica Calderón Guardia y Figueres Ferrer se complementan.
Información proveniente del Archivo Apostólico Vaticano y de la Biblioteca Nacional.